10.11.06

LA VIGENCIA DEL PENSAMIENTO EVOLUCIONISTA, a cargo del Dr. Jordi Agustí

Debemos a Charles Darwin la primera explicación científica solvente del hecho de la evolución biológica. Con su concepto de selección natural, Darwin fijó las bases para el desarrollo científico de una teoría de la evolución. La formulación original de la teoría de la selección natural, sin embargo, en la que el concepto de variabilidad jugaba un importantísimo papel, no explicaba ni el origen ni el mecanismo de transmisión de esta variabilidad.

Es por ello que tras su formulación, a finales del siglo XIX y principios del XX nos encontramos ante una gran número de teoría evolutivas alternativas a la selección natural, como el ortogenetismo o el mutacionismo. Todas ellas tienen en común el hecho de relegar la selección natural a un papel marginal dentro del proceso evolutivo.

La Teoría Sintética de la Evolución, propuesta a través de las obras de T. Dobzhanski, E. Mayr, G.G. Simpson, J. Huxley y L. Stebbins, consiguió conciliar la teoría de la selección natural darwiniana con la genética mendeliana y con el mutacionismo.

En paleontología, la Síntesis moderna postulaba una aparición lenta y gradual de las nuevas especies, lejos de ideas como el “monstruo prometedor” de Goldschmidt o el saltacionismo y catastrofismo de Schindewolf, ideas que provocaban una auténtica repulsión en el entorno de la revista Evolution.

Sin embargo, al rechazar de plano ideas como la aparición súbita de nuevas especies o la influencia del desarrollo ontogenético en la generación de nuevas formas, la Teoría Sintética envió al cajón de los recuerdos toda una tradición evolucionista de gran arraigo entre paleontólogos, embriólogos y morfólogos en general. Esta tradición fue recuperada efusivamente en los años 70 y 80 del pasado siglo por relevante paleontólogos como David Raup o, sobre todo, Stephen J. Gould, y por biólogos evolutivos como Pere Alberch. Estos autores enfatizaron el carácter no darwiniano de sus modelos (por ejemplo, en el caso del patrón de equilibrios puntuados) e incluso algunos de ellos llegaron a proponer que nos encontrábamos a las puertas de un nuevo paradigma de la teoría evolutiva.

En realidad, vista ya desde una cierta perspectiva, la propuesta de estos autores constituía una matización de determinados aspectos de la Síntesis neodarwinista, perfectamente compatible con el paradigma darwiniano. Sin embargo, al enfatizar el carácter no-darwinista de estos modelos, consciente o inconscientemente se transmitió la impresión de que el modelo darwinista de evolución estaba en crisis y ya no era válido. Esta corriente fue aprovechada por determinados reductos creacionistas para atacar a la Teoría de la Evolución y mostrar sus supuestas debilidades.

En la actualidad, sin embargo, superada la fase de impacto de las ideas de Stephen J. Gould, Niles Eldredge, Dave Raup y otros, e incorporadas con mayor o menor fortuna al corpus de la Biología evolutiva, podemos afirmar que el mecanismo propuesto por Darwin para explicar la evolución biológica sigue gozando de buena salud.

Jordi Agustí
ICREA-Institut de Paleoecología HumanaUniversitat Rovira i Virgili, Pl. Imperial Tarraco, 1. 43005 –Tarragona
jordi.agusti@icrea.es

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por publicar todo esto.Así nos podemos hacer una idea los que no podemos estar por ahí.
Un saludo desde Valencia

GIOS dijo...

muy buena explicación... saludos... desde Venezuela...